Y aquí estoy, delante de la pantalla del ordenador, viendo
como el dichoso cursor parpadea incitándome a escribir. Mierda, no tengo nada.
Hay tormenta y siempre que hay tormenta escribo algo bueno,
creo que hoy va a ser una excepción.
Las tormentas me gustan, me parecen relajantes. La calma que las precede y el caos que las acompaña. Recuerdo que
cuando era pequeña todos los niños gritaban al oír un trueno, yo sin embargo abría
mucho los ojos, emocionada, excitada por ese ambiente nervioso que se apoderaba
de todo el mundo.
Aun lo sigo haciendo. Si por mí fuera tendría todas las ventanas de
la casa abiertas, pero dicen que es peligroso, así que me limito a pegarme al
cristal y ver las gotas caer. Cosa que estaba haciendo hacia escasos minutos,
cuando he recordado que siempre que hay tormenta escribo algo bueno. Mierda,
hoy no va a ser uno de esos días.
Cuando hay tormenta siento una extraña paz. Todo se queda en
silencio hasta que llegan los truenos, sucediéndose uno detrás de otro haciendo
llorar a los más pequeños y relajándome a mí. Es como si durante ese periodo de tiempo todas
las ideas, sentimientos y demás desbarajustes que vagan por mi cabeza
encontrasen su lugar. Como si yo realmente encajase en algún sitio.
En un año en el que todo ha cambiado tanto me alegra
encontrar dentro de mi algo de mi “pequeña
yo”. Algo que me recuerde que sigue ahí,
que yo sigo ahí. Aunque sea el
simple detalle de que adoro las tormentas.
Eso es bilbao???
ResponderEliminarSi, desde mi habitación :)
EliminarJoe la que no tenia nada... parece que las tormentas te inspiran muy enserio. Te ha quedado precioso. Me ha dejado sin palabras, se te da muy bien escribir.
ResponderEliminar